martes, 30 de julio de 2013

Capitulo 28- Siempre a tu lado

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Pau sabía lo que quería, aunque podría no ser lo mejor para ella. El corazón no siempre elegía sabiamente, pensó. Aun así, entró en la casa para buscar a Pedro, sabiendo que había tomado la decisión más acertada.


Sus hermanos se habían ido y lo encontró solo en la habitación en la que lo había dejado, mirando por la ventana. Tenía la camisa arrugada y sombras alrededor de los ojos… no parecía haber dormido mucho en los últimos días.

-Pau: Pedro.
Él se dio la vuelta, sorprendido.
-Pedro: ¿Estás bien, Pau?  Siento si mis hermanos te han disgustado…
-Pau: Me casaré contigo —lo interrumpió ella.
-Pedro: ¿Qué?
-Pau: Quiero una ceremonia pequeña, tan sencilla como sea posible.
-Pedro: Lo que tú digas —sonrió.
-Pau: Y quiero…
-Pedro: ¿Qué es lo que quieres? No hay nada que yo no hiciera por ti. Sólo tenes que pedírmelo.
-Pau: No quiero quedarme aquí, quiero que volvamos a la isla.
Pedro asintió, apretando su mano.
-Pedro: Nos iremos en cuanto estemos casados.
-Pau: ¿Lo dices en serio? ¿No te importa?
-Pedro: Tu felicidad es lo único importante para mí. Y me pides algo tan sencillo… la isla será nuestra casa a partir de ahora si eso es lo que quieres.
-Pau: Sí, eso es lo que quiero.
-Pedro: Entonces, empezaré a organizarlo todo ahora mismo.

Pedro no perdió el tiempo organizando la boda. Él mismo hizo los cambios pertinentes en su agenda y encargó todo lo que Pau pudiera necesitar en la isla.

Ahora que había recuperado la memoria, estuvo varias horas en la comisaría dando todos los detalles que recordaba. Los secuestradores no le habían hecho daño y habían mostrado cierta consideración hacia su embarazo. Llevaban varios días vigilándola, sabiendo que vivía con Pedro Alfonso, y habían aprovechado la primera oportunidad que se les presentó. Habían pedido una cantidad discreta como rescate, pero al no recibir respuesta a sus demandas decidieron abandonarla y llamar de manera anónima a la policía para indicarles su paradero.

Creer que Pedrono iba a hacer nada por ella fue lo que la empujó al abismo. Fue entonces cuando bloqueó su pasado, tan desolada estaba por esa traición. Pau lo pasó mal mientras estaba recordándolo y Pedro sufrió la agonía de verse enfrentado con todo lo que había sufrido por su culpa.

El detective encargado del caso les dijo que se pondría en contacto con ellos si, con un poco de suerte, detenían a los culpables y Pau se veía obligada a testificar.

Dos días después se casaron. Nan y Fede fueron los testigos y, después de la boda, Nan le ofreció una discreta bienvenida a la familia mientras la de Fede fue más abierta, más entusiasta.

-Fede: Me has hecho muy feliz, cuñada —murmuró, abrazándola.

Pau sonrió, pero sabía que no estaba engañándolo con esa sonrisa. Aún había mucho dolor en su corazón. Mientras Pedro quería esperar un par de días para volver a la isla, Pau insistía en irse de inmediato. Quería volver al sitio donde había sido feliz… aunque sólo fuera durante unas semanas. Nueva York tenía para ella tantos malos recuerdos…

Era tarde cuando, por fin, el helicóptero aterrizó en la isla, pero para Pau fue un alivio estar de nuevo en casa.

Una vez en la cama, Pedro la abrazó como si tuviera miedo de tocarla y Pau alargó una mano para encender la lamparita de la mesilla.

-Pedro: ¿Qué ocurre? ¿No te encuentras bien?

Pau vio las líneas de preocupación alrededor de su boca, el brillo de incertidumbre en sus ojos… y en ese momento lo entendió: tenía miedo.

-Pau: Quiero hacer el amor —le dijo.
-Pedro: Tenes que estar segura del todo, mi amor. No quiero presionarte para que hagas algo que no quieres hacer.
-Pau: Estoy segura.

Dejando escapar un suspiro, Pedro se colocó encima. Cada beso, cada roce, era exquisitamente tierno. La acariciaba con infinito cuidado.
-Pedro: Te amo —murmuraba, con una voz tan ronca, tan cargada de emoción, que los ojos de Pau se llenaron de lágrimas.
-Pau: Te necesito, Pedro…

Sollozos de placer y de deseo escapaban de su garganta y, por una vez, el dolor se convirtió en un lejano recuerdo. Sólo tenía aquel momento y a aquel hombre que la amaba. Subió por una empinada pendiente y luego cayó en picado, pero Peter estaba allí para sujetarla mientras murmuraba palabras de amor sobre su boca.

-Pau: No me sueltes —musitó.
-Pedro: Nunca —le prometió él, acariciando su pelo, su espalda y su abultado abdomen mientras se quedaba dormida.

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Pau saltó de la cama y se puso la bata para cubrir su desnudez. Pedro estaba dormido, con un brazo donde un segundo antes había estado ella.

Habían hecho el amor durante toda la noche y, por fin, se quedaron dormidos al amanecer. Ya no había más dudas en su corazón y pronto, muy pronto, sus miedos también habrían desaparecido, estaba segura.

Bajó a la cocina para tomar un zumo de naranja y luego salió al jardín para mirar el mar. Fue allí donde la encontró Pedro, tomándola por la cintura mientras le daba un beso en el cuello.

-Pedro: Te has levantado muy temprano.
-Pau: Estaba pensando —murmuró.
Él la miró también, cabizbajo.
-Pedro: ¿Existe alguna posibilidad de que vuelvas a amarme, Pau? ¿O he destrozado esa posibilidad para siempre?
-Pau: Ya te amo, Pedro. Siempre te he amado. Desde el primer día no ha habido ningún otro hombre para mí. Y no lo habrá nunca.
-Pedro: ¿Me amas?
-Pau: No podía decírtelo en Nueva York. Quería que volviéramos aquí, donde hemos sido felices. Quería que nuestra vida empezase aquí otra vez.

Pedro la apretó contra su pecho. Su voz temblaba de emoción mientras murmuraba palabras en italiano y en su idioma, diciendo cuánto la amaba y cuánto lamentaba el dolor que le había causado. Después la tomó en brazos para llevarla de vuelta a la cama y volvió a hacerle el amor, ahora con más ternura que nunca. Después, con la cabeza de Pau apoyada sobre su pecho, acarició su pelo suavemente.
-Pedro: Te amo tanto. No merezco tu amor, pero te lo agradezco con todo mi corazón. Durante el resto de mi vida te daré las gracias por ello.
-Pau: Yo también te amo. Y seremos muy felices juntos, yo te haré feliz.

Y así fue.

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Paz: Papi papi- gritando por toda la casa hasta llegar con su padre-
Pedro: que paso princesa?
Paz: mi hermanita, mi hermanita, mami dice que ya quiere nacer

Una vez más con las manos entrelazadas recibiendo a otra hija mas después de 4 años de que todo haya pasado, Pedro besaba la frente de su esposa dándole fuerza y demostrándole cuanto la amaba

Pedro: siempre a tu lado.


Y llego a su fin espero que haya cumplido con sus expectativas y desde ya muchisimas gracias a todas las que siguieron la nove y principalmente a las que se tomaban el tiempo en comentar. MUCHAS GRACIAS les aviso que desde el fin de semana empiezo "Aprendiendo a Amar" no se si voy a poder subir dos noves al mismo tiempo porque llego a casa muy tarde pero si dispongo de tiempo voy a subir tambien "Lazos de amor" porque las dos me la pidieron mucho, por ahi subo un capitulo de las dos pero dia de por medio cada una. Comenten que les parecio el final por favor y nuevamente GRACIAS

lunes, 29 de julio de 2013

Capitulo 27- Siempre a tu lado

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Pau estaba en su habitación, mirando por la ventana pero sin ver el jardín. Nada de lo que Pedro hiciera debería sorprenderla o dolerle ya y, sin embargo…

-Pedro: Pau.
Cuando se volvió, él estaba en la puerta. Parecía cansado, sus ojos llenos de angustia. Y había algo más en su expresión… ¿tristeza, miedo?
-Pedro: Tenemos que hablar.

Pau asintió con la cabeza, pero se dio la vuelta para seguir mirando el jardín. Sí, tenían que hablar y terminar con aquello de una vez por todas.
-Pedro: No me apartes la mirada, mi amor. No quiero verte tan triste.
-Pau: Dime lo que tengas que decir y acaba con ello de una vez.
-Pedro: Ven, sientate —dijo él, tomándola suavemente por la muñeca.
Pau lo apartó, pero se sentaron uno al lado del otro sobre la cama, sin tocarse.
-Pau: Me mentiste. Todo lo que me dijiste en el hospital, en la isla… todo era mentira. Yo no te importo nada. Cuando nos acostábamos juntos me mentías… ¿qué clase de persona haría una cosa así? —temblando, Pau se tapó la cara con las manos.
-Pedro: Te equivocas —empezó a explicar él— Me importas mucho y cuando hacíamos el amor no estaba mintiéndote. Sí, te mentí sobre los detalles. Me advirtieron que no debía contarte nada, que recuperarías la memoria poco a poco. Te mentí sobre pequeñas cosas…
-Pau: Como que estábamos prometidos, por ejemplo.
-Pedro: Tuve que hacerlo o no me habrían dejado cuidar de ti —suspiró él— Me he portado muy mal contigo, pero hay cosas que debes saber.

Yo nunca recibí las demandas de rescate… yo habría movido cielo y tierra para rescatarte, Pau. Ninguna cantidad hubiera sido demasiado alta.

Yo no sabía siquiera que te hubieran secuestrado.
-Pau: ¿Cómo que no?
-Pedro: Julieta destruyó las notas en las que pedían el rescate. Fue ella quien robó los planos… quien estaba vendiéndonos a la competencia.
-Pau: Julieta…
-Pedro: Quería librarse de ti y por eso decidió esconder lo del secuestro. Yo no supe nada hasta el día que te encontró la policía, te lo juro. Y fui un imbécil por acusarte esa noche… ni siquiera te escuché. Ahora no sé cómo pude creer que tú habías robado los planos. No lo entiendo… me porté como un canalla. Pero aquella noche, cuando me preguntaste por nuestra relación… la verdad es que me asusté. Pensé que no eras feliz conmigo, que querías más de lo que yo podía darte —Pedro apretó su mano— Por eso te dije que eras mi amante, pero no era verdad. No sos eso, no lo has sido nunca.
-Pau: ¿Qué estás diciendo?
-Pedro: Que te amo.
Pau ni siquiera podía responder, tan perpleja estaba.
-Pedro: Aunque entonces no lo sabía, sí sabía que no quería que te fueras de mi lado. Pero cuando vi esos papeles en tu bolso me puse furioso. No podía creer que tú nos hubieras estado robando.
-Pau: Pero lo creíste —le recordó ella.
-Pedro: Mis hermanos y yo hemos trabajado mucho para conseguir lo que tenemos… y pensé que me habías utilizado, por eso te dije que te fueras.
Pau cerró los ojos para no recordar el miedo y la desesperación que había sentido durante esos meses. Aunque había recuperado la memoria, esa parte, afortunadamente, era un borrón. Y, con un poco de suerte, no la recordaría nunca.
-Pau: ¿Me amas?
Pedro la tomó entre sus brazos, con la misma delicadeza que si fuera un objeto de cristal.
-Pedro: No he sabido demostrártelo, pero te amo. Y quiero que te cases conmigo, Pau. Si tu quieres.
Ella sacudió la cabeza, desconcertada.
-Pau: ¿Sigues queriendo casarte conmigo?
-Pedro: No espero que me contestes ahora mismo, pero dame una oportunidad. No lo lamentarás, te lo prometo. Haré que vuelvas a quererme.
Había perdido la cabeza, pensó Pau. Pedro estaba abrazándola, diciendo que la quería, que quería casarse con ella…
De verdad esta vez, sin mentiras.
-Pedro: Pensalo, mi amor. Esperaré el tiempo que haga falta hasta que me des una respuesta.

Después se levantó, como si intuyera su deseo de estar sola, y Pau se quedó inmóvil, mirando la puerta por la que había desaparecido. ¿La quería?

¿Julieta era la persona que robó los planos? ¿Julieta quien ocultó que la habían secuestrado?

Pedro había dicho que la quería y que deseaba casarse con ella, pero no podía perdonarlo y olvidarlo todo sin más. Ni siquiera había podido devolverle esa declaración de amor.

Suspirando, se tumbó en la cama. Estaba tan cansada física y emocionalmente. Pasándose una mano por el abultado abdomen, sonrió cuando su hija le dio una patadita.
-Pau: ¿Qué debo hacer? —susurró. Tenía tanto miedo de volver a confiar en el amor de Pedro. Cerró los ojos un momento. No podía tomar una decisión así en unos minutos porque había demasiado en juego, sobre todo, el futuro de su hija.

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Durante los días siguientes, Pedro la atendió a todas horas. La mimaba, estaba pendiente de ella y a menudo le decía que la quería… aunque intentaba mantener cierta distancia entre ellos. Dos días después, sus hermanos fueron a visitarlo y Pau se dirigió a su habitación porque no se sentía cómoda con los Alfonso después de todo lo que había pasado. Pero era con ella con quien querían hablar.

-Nan: Nos hemos portado de manera vergonzosa contigo —fue el primero en disculparse.
Fede asintió.
-Fede: Entenderíamos que no nos perdonases porque no hay defensa posible para nuestro comportamiento, especialmente estando embarazada de nuestra sobrina.

Parecían sinceros, pero ella no sabía qué decir. Y cuando miró a Pedro, le pareció que había perdido peso, su rostro más delgado que antes.

Parecía tan infeliz…

No porque se sintiera culpable, aunque había mucho de eso flotando en el ambiente, sino como si hubiera perdido lo que más quería.
¿A ella?

Después de murmurar una disculpa, Pau salió de la habitación, casi corriendo en su prisa por estar sola.

Abrió la puerta del jardín y respiró profundamente el aire fresco de la noche. No podía dejar de darle vueltas a todo lo que le había pasado durante aquellos días…

Pedro parecía tan dolido como ella. Si la odiase de verdad, ¿por qué habría montado esa farsa cuando perdió la memoria? ¿Sólo por su hija?

Sí, era posible, desde luego. ¿Pero entonces por qué no hizo lo que Nan había sugerido, instalarla en un apartamento e intentar llegar a un acuerdo económico con ella? ¿Por qué la había llevado a la isla, por qué le había hecho el amor, por qué había actuado como si le importase?

¿La amaría de verdad? Tal declaración no podía haber sido fácil para él ya que Pedro no era un hombre dado a compartir sus sentimientos.

Durante el tiempo que estuvieran juntos nunca le había dicho lo que sentía por ella… aunque Pau le había mostrado cientos de veces cuánto le importaba.

¿Podía confiar en él otra vez? Esa idea la asustaba y, al mismo tiempo, le ofrecía cierta medida de paz. La elección era suya.
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Solo queda uno, mañana el final @patty_lovepyp voy a extrañar mucho esta novela y leer todos sus comentarios, pero espero que me sigan acompañando en la siguiente, la verdad es que no se cual subir me gustan todas y como son ustedes son quienes me van a leer, lo dejo en sus manos para que decidan comenten con el numero de la nove que mas les gusta :)


1 -Lazos de Amor 

Había llegado el momento de luchar por lo que era legítimamente suyo…
Paula Chaves era la mujer a la que Pedro Alfonso siempre había amado, pero no había podido tener. 
Se había repetido una y mil veces que había hecho lo correcto al quitarse de en medio para que su hermano se casara con ella. Y después había accedido a donar su esperma para que pudieran tener la familia que tanto deseaban y que su hermano no podía crear. Pero ahora que su hermano había muerto y Pau estaba sola para criar a sus dos niñas, Pedro ya no podía seguir luchando contra sus sentimientos...

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2- Aprendiendo a Amar

Él la deseaba… Ella lo deseaba… Pero… ¿y el bebé?
Durante el baile de máscaras de su empresa, Pedro Alfonso se quedó prendado de la misteriosa belleza junto a la que había compartido unas horas de pasión desenfrenada. ¿Pero quién sería aquella mujer?
Paula Chaves no podía creer que hubiera tenido tan ardiente encuentro con su guapísimo jefe. Ella lo había reconocido inmediatamente, pues llevaba semanas invadiendo sus sueños. Pero Paula había decidido mantener su identidad en secreto… Hasta que descubrió que se había quedado embarazada.

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3- Amor en Juego

Cuando el príncipe heredero Alfonso apareció en la vida de Paula, se quedó asombrada de lo arrogante que era.
Pedro pretendía llevarse a su pequeño sobrino Benjamin a su hogar en Arabia. Paula no consintió en separarse del niño, al que había criado y al que adoraba. Y sabía lo que tenía que hacer...

domingo, 28 de julio de 2013

Capitulo 26- Siempre a tu lado

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Pau se dio cuenta de que alguien la llevaba en brazos. Pero no era Pedro.
-Nan: Tranquila, cuñada. Estás a salvo.
-Pau: ¿Dónde me llevas?
-Nan: A un sitio seguro, tranquila. Pedro no dejaría que te pasara nada.
Pau iba a protestar que Pedro no haría nada por ella, pero no tenía energía para hacerlo. No tenía energía para respirar siquiera.

Cuando despertó de nuevo, había una frescura en su cerebro que había estado ausente desde el día que recuperó la memoria. La confusión había desaparecido, pero con esa nueva claridad llegó un dolor insoportable.

Se sentía alerta, como si hubiera dormido durante una semana. Y tal vez había sido así. No sabía cuánto tiempo había transcurrido y, aunque el pasado ya no era un misterio, los eventos de los últimos días estaban como envueltos en niebla para ella.

Suspirando, se incorporó en la cama… y cuando miró alrededor se dio cuenta de que no sabía dónde estaba. Era una habitación espaciosa y alegre, con varias ventanas que dejaban entrar la luz del sol. Pero cuando iba a entrar en el cuarto de baño vio a Pedro en la puerta y, sorprendida, se llevó una mano al corazón.
-Pedro: No era mi intención asustarte. Pero me preocupé al ver que no estabas en la cama.
-Pau: Sólo quería darme un baño.
-Pedro: Llámame si necesitas algo…
-Pau: Deja de mentir. Ya no tienes que fingir que te preocupa lo que me pase.
-Pedro: Me importas mucho, mi amor.

Antes de que Pau pudiera responder Pedro había desaparecido y, un minuto después, Emi entraba para ayudarla a bañarse.
-Pau: ¿Dónde estamos? ¿Y qué haces tú aquí? Pensé que estabas en Italia con el doctor Mariano.
-Emi: El señor Alfonso envió su avión a buscarme. Estaba desesperado… la idea de volver al apartamento te alteraba de tal modo que te trajo aquí.
-Pau: ¿Y dónde estoy?
-Emi: En su casa, a una hora de la ciudad. Aquí se está más tranquilo y pensó que tú lo preferirías.
Los ojos de Pau se llenaron de lágrimas. Y ella pensando que no le quedaban más…
-Emi: Está muy preocupado por ti. Todos estábamos preocupados.
Pau no se molestó en contarle la verdad: que Pedro la odiaba. Que no la había querido nunca.
-Pau: ¿Qué voy a hacer? —susurró. Había sido una estúpida por dejar su apartamento, su trabajo, todo por estar con él. Había estado cegada por su amor y convencida de que había un futuro para ellos.

Emi la ayudó a secarse y vestirse después del baño, pero cuando salió de la habitación Pedro estaba esperando en el pasillo.

-Pedro: ¿Quieres comer algo? El desayuno está servido abajo.
Sin decir nada, Pau bajó la escalera. Y no dejó que la tocase. Se sentaron a una mesa desde la que podía ver un hermoso jardín. La luz del sol entraba por las puertas de cristal, calentándola un poco…
-Pedro: Tenemos que hablar, Pau —empezó a decir él— Tenemos muchas cosas que decirnos. Pero antes debes comer para recuperar las fuerzas. Tu salud y la de nuestra hija es lo primero.
Ella comió, sin mirarlo, sin decir una palabra. Pero cuando estaba terminando su zumo de naranja oyó el ruido de una puerta a lo lejos y luego unos pasos que se acercaban. Nan entró en el comedor poco después.
-Pedro: Sea lo que sea, seguro que puede esperar hasta que Pau termine de desayunar.

Nan parecía preocupado, pero asintió con la cabeza. Y a Pau se le hizo un nudo en la garganta. Fuera lo que fuera de lo que querían hablar, evidentemente no querían hacerlo delante de ella.
-Pau: Podés hablar ahora mismo. Ya he terminado —dijo, levantándose.
-Pedro: Espera, no te vayas…

Pero sin hacerle caso, Pau siguió adelante. Pedro masculló una palabrota. Se sentía angustiado, deshecho. ¿Cómo iba a solucionar aquello?

¿Cómo iba a convencerla de que él no la había abandonado? ¿Y cómo iba a pedirle perdón? Pau lo odiaba y tenía todo el derecho a hacerlo.

Nan sacó un periódico del bolsillo.
-Nan: Mira esto.
En la primera página había una fotografía de Nan llevando a Pau en brazos el día que salió huyendo del apartamento. Debajo, había fotografías de él y de Julieta… que por lo visto había dado una entrevista hablando de su relación con Pau.

-Nan: Supongo que habrá pensado que no tiene nada que perder y todo que ganar contando su versión de la historia —suspiró su hermano.

Angustiado, Pedro se dejó caer sobre un sillón.
-Pedro: Maldigo el día que contraté a esa mujer. Pau podría haber muerto por su culpa.
-Nan: La amas.
No era una pregunta sino una afirmación. Sí, la amaba con todo su corazón. Pero había logrado matar el amor de Pau no una vez sino dos veces.
-Pedro: La entendería perfectamente si no quisiera perdonarme. ¿Cómo va hacerlo si yo no puedo perdonarme a mí mismo?
-Nan: Ve con ella. Intenta arreglar la situación.

Pedro se levantó. Sí, había llegado el momento de hablar con Pau. Si ella estaba dispuesta a hablar.

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Uno menos quedan dos :) casi se quedan sin capitulo por culpa de mi internet pero volvio enseguida por suerte :) comenten mucho y subo otro mañana @patty_lovepyp que tengan un lindo inicio de semana

sábado, 27 de julio de 2013

Capitulo 25- Siempre a tu lado

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Unos minutos después, la psicóloga salía de la habitación y cerraba la puerta.

—Le he inyectado un sedante porque está muy nerviosa. Necesita descansar sobre todo. Su realidad es muy dolorosa, así que prefiere esconderse, es natural. Ese mismo instinto de supervivencia es lo que provocó la amnesia. Ahora que la falta de recuerdos ya no puede protegerla, está intentando lidiar con esto como puede —la mujer lo miró y en sus ojos Pedro pudo ver muchas preguntas— Llámeme si me necesita otra vez. Vendré enseguida.
-Pedro: Gracias —dijo él.

Cuando se marchó, Pedro se dejó caer en el sofá.

-Nan: Oí algo —murmuró su hermano.
-Pedro: Ella no robó nada… y yo nunca recibí una petición de rescate. Pau cree… cree que la dejé a merced de esos canallas, que no me importaba lo suficiente como para pagar ese dinero…
Nan puso una mano en su hombro.
-Nan: Tenemos que investigar lo que ha pasado.
Pedro asintió con la cabeza.

-Pedro: Julieta
-Nan: ¿Qué?
-Pedro: Julieta estuvo en el apartamento esa noche. Ella debió meter los papeles en el bolso de Pau.

Entonces se le ocurrió otra cosa, algo que lo puso enfermo. Cualquier demanda de rescate hubiera pasado por su oficina ya que nadie tenía el teléfono del ático… y la única persona que podía haberlas interceptado era Julieta.

-Pedro: Quédate aquí con Pau —dijo, levantándose— Por favor, encárgate de que no vaya a ningún sitio. Voy a llamar a un médico para que venga a examinarla.
-Nan: ¿Dónde vas?
-Pedro: Voy a averiguar si estoy en lo cierto sobre lo que pasó.
-Nan: Pedro, espera —dijo— Deberías llamar a la policía. Aunque la hicieras confesar, no serviría de nada, sólo lo sabrías tú.

Pedro apretó los puños, frustrado, pero sabía que su hermano tenía razón. Él quería que se hiciera justicia y ésa era la única manera de conseguirlo.

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Pedro paseaba por su oficina mientras esperaba la llegada de Julieta. No quería estar allí, quería estar con Pau… aunque ella no permitía que se acercase siquiera. Cuando despertaba se mostraba distante, remota, como si no pudiera concentrarse en nada. Estaba allí, pero no estaba allí. Era como si hubiera ido a un sitio donde ya nada podía hacerle daño. Cerrando los ojos, Pedro intentó concentrarse en la tarea que lo esperaba. Cuando oyó entrar a Julieta en el despacho se puso tenso, pero hizo un esfuerzo para sonreír, para actuar como si no pasara nada, como si no la odiase a muerte.

-Julieta: ¿Quería verme, señor Alfonso?
-Pedro: Sí, sí —murmuró él, sonriente— Yo siempre quiero verte, Julieta.
-Julieta: Ah, gracias —sonrió su ayudante
-Pedro: Supongo que sabrás lo que pasó anoche y… en fin, estuve pensando… a veces los hombres no nos enteramos de nada, ¿verdad?
-Julieta: No sé a qué se refiere.
-Pedro: ¿Por qué no me habías dicho que me querías, Julieta? En lugar de estar contigo he mantenido una relación que no me interesaba… aunque agradezco tus esfuerzos para librarme de Pau. Siento no haberme dado cuenta antes, claro.
Una fría sonrisa iluminó el rostro de su ayudante. Era extraño, pero Pedro no se había dado cuenta hasta aquel momento de que no era una mujer bella sino todo lo contrario.
-Julieta: ¿Cómo lo hiciste?

Y entonces escuchó, horrorizado, cómo Julieta le contaba lo que había hecho para que Pau pareciese culpable de los robos. El secuestro no había tenido nada que ver con ella, pero cuando recibió las demandas de rescate en la oficina lo vio como una oportunidad de librarse de Paula Chaves para siempre. Tan ansiosa estaba por demostrarle su devoción que no se dio cuenta de que estaba admitiendo haber vendido ella misma los planos a la competencia.
-Pedro: De modo que tú robaste los planos y se los vendiste a la competencia —dijo con voz helada.
Julieta se puso pálida al darse cuenta de lo que había confesado.
-Julieta: No, yo…
-Pedro: Entonces hiciste parecer culpable a Pau, pensando no sólo en el dinero que recibirías por los planos sino que con que Pau fuera de mi vida, tú podrías ocupar su sitio.
-Julieta: Yo no he dicho eso…
-Pedro: Y cuando llegaron las demandas de rescate, tú las destruiste sin decirme nada. ¿Qué esperabas, Julieta, que la matasen?
Lo único que Pedro podía ver era a Pau sola, asustada. Embarazada de su hija. Pensando no sólo que la odiaba sino que la había abandonado a su suerte. Le daban ganas de llorar.
Julieta pareció recuperar la compostura entonces y lo miró con desdén.
-Julieta: Nunca podrás demostrarlo.
-Pedro: No tengo que hacerlo —dijo él, pulsando el botón del intercomunicador— Pueden pasar, detective.
Su ayudante estuvo a punto de desmayarse cuando tres policías entraron en el despacho.
-Julieta: ¡No puedes hacerme esto! —gritó— Yo te quiero, Pedro. Habría hecho cualquier cosa por ti.

Él sacudió la cabeza, sin mirarla siquiera mientras los policías se la llevaban. No tenía la menor intención de escucharla, solo quería volver con Pau.

Y llego el momento tan esperado, la pelotuda de Julieta ya no va a fastidiar mas? tres capitulos y se termina @patty_lovepyp que tengan un lindo dia. Comenten plis :)

viernes, 26 de julio de 2013

Capitulo 24- Siempre a tu lado

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Pedro entró en el hotel Imperial Park, apartando de mala manera a los empleados que se acercaban a saludarlo. Alguien estaba sujetando las puertas del ascensor y, a toda prisa, subió y pulsó el botón de la última planta.

 Unos segundos después, entraba en la suite reservada normalmente para los VIPS, donde lo esperaba su hermano.

-Pedro: ¿Por qué no la has llevado al apartamento?
-Nan: Estaba muy alterada y no quería ir allí de ninguna manera. Dile a esa psicóloga que venga aquí. A lo mejor ella puede ayudarla.
-Pedro: Pareces preocupado por Pau.
-Nan: Bueno, al fin y al cabo va a ser la madre de mi sobrino —se encogió de hombros— Pero tenías razón, actúa como si fuera a ella a quien se ha hecho daño. Al verla en el parque así… quise ayudarla.
-Pedro: ¿Dónde está ahora?
-Nan: Dormida. Se quedó dormida mientras la traía en brazos.

Pedro se dirigió al dormitorio, decidido a comprobar por sí mismo que Pau estaba a salvo. Pero incluso con la luz apagada pudo ver su expresión de dolor.

Alargando una mano tocó su cara, apartando un mechón de su frente. Ella no se movió. Estaba pálida y tenía los párpados enrojecidos de tanto llorar. Y se le encogió el corazón al verla así. Mientras volvía al salón, sacó el móvil del bolsillo para pedirle a la psicóloga que fuera al hotel.

Cuando terminó, cerró el teléfono y miró a su hermano.

-Pedro: ¿Dónde la has encontrado?
-Nan: Sentada en un banco del parque. Iba descalza y estaba helada.
-Pedro: Yo… no sé qué hacer.
-Nan: ¿Seguis pensando que es culpable?
-Pedro: No lo sé —admitió— A veces pienso que eso ya no importa.
-Nan: Cuando la vi en el banco, tampoco me importó a mí.

La psicóloga llegó unos minutos después y Pedro le explicó la situación. A pesar de que le resultaba muy desagradable contarle detalles tan íntimos de su vida a una extraña, quería que lo supiera todo para que pudiese ayudar a Pau. Afortunadamente, la psicóloga no hizo ningún comentario. Sencillamente, aceptó la información y pidió ver a la paciente.
-Pedro: Ahora está descansando, pero puede esperar en la habitación hasta que despierte. No quiero que vuelva a marcharse.
—Muy bien.

Pedro la acompañó a la habitación y, al abrir la puerta, Pau se movió, pero cuando iba a dar un paso adelante, la psicóloga se lo impidió.
—Deje que hable yo con ella.
-Pedro: De acuerdo.
Se quedó en el pasillo, con el corazón encogido. Hubo un largo periodo de silencio y luego oyó un murmullo de voces. Era la psicóloga quien hablaba sobre todo, pero después oyó la temblorosa voz de Pau y aguzó el oído para tratar de entender algo.

-Pau: Fui al ginecólogo el día que Pedro volvía de viaje y cuando descubrí que estaba embarazada me quedé sorprendida. Me preocupaba la reacción de Pedro. Quería que hablásemos de nuestra relación, de lo que sentía por mí…
—Sigue —la animó la psicóloga.
Las preguntas de Pau aquella noche de repente tenían sentido para él…
-Pau: Me dijo que no teníamos una relación. Que yo era su amante, una mujer a la que pagaba por acostarse con ella.
Pedro quiso protestar, entrar en la habitación y decir que jamás la había considerado eso.
-Pau: Y luego me acusó de… —bajó la voz y Pedro no pudo oír lo que decía.
—Tranquila, tranquila.
-Pau: Me dijo que le había robado, que me había llevado unos planos de su oficina. Y luego me dijo que me fuera.
—¿Tú habías robado los planos?
-Pau: Es usted la primera persona que se molesta en preguntarme.
Pedro hizo una mueca. Era verdad, no se había molestado en preguntarle, ni siquiera la había dejado hablar.
-Pau: Me quedé tan sorprendida que salí del apartamento sin decir nada más. Pensaba volver al día siguiente para hablar con él, cuando estuviera más calmado.
—¿Y qué pasó?
-Pau: Un hombre me agarró por la calle y me puso algo en la cabeza. Luego me metieron en un coche y me llevaron a algún sitio, no sé dónde.

Me dijeron que me habían secuestrado para pedir un rescate… y yo estaba tan asustada por mi hijo.
Pedro apretó los puños.
-Pau: Enviaron dos demandas de rescate —siguió— pero Pedro se negó a pagar. Me dejó con esos hombres… ni siquiera valía medio millón de dólares para él.

Cuando empezó a llorar, Pedro se quedó mirando hacia delante, perplejo. Él no había recibido ninguna demanda de rescate… ¿Pau había creído que no quería salvarla, que la había dejado a propósito en manos de esos canallas? Atónito, sintió que una lágrima rodaba por su rostro.


Yo se que me aman porque hoy subo temprano :) disfrutenlo y comenten que falta poco @patty_lovepyp que tengan un lindo dia.

jueves, 25 de julio de 2013

Capitulo 23- Siempre a tu lado

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Pedro despertó con un monstruoso dolor de cuello. Había querido pasar la noche con Pau entre sus brazos, pero cada vez que intentaba tocarla ella se alteraba de tal modo que tenía que soltarla. Siguiendo el consejo del médico había vuelto a llevarla al apartamento y, en cuanto llegaron allí, llamó a una psicóloga que le recomendaron. Esperaba que Pau quisiera hablar con ella.

Entonces miró hacia la cama… y al ver que estaba vacía se levantó de un salto. Iba a salir del dormitorio cuando un brillo en la mesilla llamó su atención.

El anillo de compromiso.

Pedro corrió de habitación en habitación y, al no encontrarla, empezó a sentir pánico. No estaba por ninguna parte.
Mientras bajaba en el ascensor sacó el móvil del bolsillo y en cuanto las puertas se abrieron chocó con Nico.

-Pedro: ¿Dónde está?
-Nico: No la he visto, señor Lanzani. Creí que estaba con usted.
-Pedro: ¡Se ha ido! Llama a tus hombres. Quiero que la encuentren inmediatamente.

El conserje tampoco la había visto y parecía tan sorprendido como su jefe de seguridad. ¿Dónde podía haber ido? En su estado, no debería salir a la calle. Y los canallas que la habían secuestrado seguían libres…

Angustiado, iba a salir a la calle cuando su hermano Nan entró en el edificio.
-Nan: Pedro, venía a verte. ¿Cómo está Pau?
-Pedro: Se ha ido.
-Nan: ¿Qué? ¿Pero cómo…?
-Pedro: No tengo ni idea —contestó él, sin saber qué hacer— Ha desaparecido y tengo que encontrarla.
-Nan: La encontraremos, no te preocupes.
-Pedro: Hay algo raro en esta situación… algo que no entiendo. Ha recuperado la memoria, pero no parecía sentirse culpable por lo que pasó… lo único que vi en su cara fue desolación, como si fuera ella la traicionada. Estaba tan alterada que el médico tuvo que inyectarle un sedante… y no me dejaba tocarla.
-Nan: Cálmate, Pedro.
-Pedro: No es ella misma, Nan… y no sé dónde puede haber ido.
-Nan: Yo te ayudaré —le prometió su hermano— No te preocupes, la encontraremos.

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Pau estaba temblando mientras se dejaba caer sobre el banco de piedra. Ahora sabía por qué se había sentido atraída por aquel sitio. Horas antes de esa última noche se había sentado allí, preguntándose qué diría Pedro de su embarazo, de su relación. Y era lógico que tuviese miedo. Pedro no la quería, no confiaba en ella. Y la había dejado a merced de unos secuestradores.

Pero se negaba a seguir pensando porque los recuerdos dolían demasiado. Al menos ahora entendía por qué había elegido olvidar. Todas esas semanas de terror con los secuestradores palidecían al lado de la traición de Pedro.

¿Cómo podía ser tan frío? ¿Cómo había sido capaz de no pagar esa cantidad… aunque hubiera sido por una extraña? Él, que se gastaba alegremente millones en diamantes… Pau no sabía que fuera tan cruel, pero la tonta había sido ella por enamorarse… no una, si no dos veces.

Un gemido escapó de su garganta y tuvo que cerrar los ojos. Nunca se había sentido tan herida, tan sola.

¿Y por qué Pedro había pasado semanas fingiendo que la quería? ¿Era una forma de castigarla? No, no podía ser. Lo había hecho por la niña… ah, claro, su hija. Era por eso. Ella no le importaba nada.
Se quedó allí, abrazándose a sí misma para evitar el frío, con los ojos cerrados, sin saber qué hacer.

—¿Pau?
 Ella levantó la mirada, asustada, pero no era Pedro sino Nan quien estaba a su lado.
-Pau: ¡Vete de aquí!
-Nan: Tengo que llevarte al apartamento —dijo él, poniéndose en cuclillas frente al banco— No te encuentras bien… no deberías estar en la calle. Deja que te lleve a casa.
-Pau: ¡No! —exclamó— No pienso volver nunca.
-Nan: Piensa en tu hija. Deja que te lleve… estás helada.
-Pau: ¡He dicho que no! ¡Vete ahora mismo!
-Nan: Si prometo no llevarte al apartamento, ¿vendrás conmigo? No puedo dejarte aquí con este frío…

Pau intentó levantarse, pero se le doblaron las rodillas y Nan aprovechó para tomarla en brazos.
-Pau: Déjame en paz… suéltame.
-Nan: No puedo hacer eso, cuñada.

Pau cerró los ojos, agotada. Quería salir corriendo, alejarse, pero no tenía fuerzas para hacerlo. No tenía fuerzas para nada. Y maldijo haber recuperado la memoria porque recuperarla la había destruido para siempre.

Uno menos :) disfrutenlo y comenten que falta poco @patty_lovepyp que tengan una linda noche

miércoles, 24 de julio de 2013

Capitulo 22- Siempre a tu lado

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Pau corrió hacia el vestíbulo. Pedro la llamó, pero ella no se detuvo. Corría sin saber dónde iba, sin destino. Estaba a punto de salir del hotel cuando se encontró con una montaña: Nico. Furiosa, lo empujó, intentando apartarlo de su camino. Su único pensamiento era salir de allí, alejarse, marcharse tan lejos como pudiera.

Intentó rodear al guardaespaldas, pero tropezó y cayó al suelo. Nico corrió a su lado para ver si estaba bien y, un segundo después, Pedro lo apartó.

-Pedro: Pau…

Ella no podía decir nada. Sollozaba de tal modo que apenas podía respirar. Pedro la tomó en brazos, ladrando órdenes para que llamasen a un médico y, poco después, entraban en una habitación. En cuanto la dejó sobre la cama, Pau se hizo una bola y se dio la vuelta para no tener que mirarlo.

-Pedro: Tienes que dejar de llorar,  vas a ponerte enferma.
Ya estaba enferma, pensó ella. Enferma del corazón. Cerró los ojos, pero las lágrimas no dejaban de rodar por su rostro.
-Pedro: No llores, Pau…

Ella quería escapar, marcharse a cualquier sitio, alejarse de él todo lo que fuera posible. A través de la niebla que se había instalado en su cerebro oyó a Pedro hablando con un médico y, un momento después, sintió un pinchazo en el brazo. Y entonces empezó a flotar en el vacío, en un sitio donde no había penas ni angustia. Pau se abrazó a ese vacío, a aquel sitio donde no había dolor ni traiciones.

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Pedro paseaba de un lado a otro de la habitación mientras el médico del hotel le administraba un sedante a Pau. Estaba disgustado, asqueado con sus hermanos y con Julieta… y consigo mismo.
-Pedro: ¿Se encuentra bien?
El médico lo llevó aparte.
-Doctor: Sus lesiones no son físicas, señor Alfonso. Si, como dice, ha recuperado la memoria de repente, eso es lo que le causa dolor.
Pedro se movió, impaciente.
-Pedro: ¿Qué puedo hacer yo? No puedo dejarla así… no soporto verla sufrir.
-Doctor: Debe volver a casa, a un sitio que le resulte más familiar. Necesita un médico, pero no de medicina general sino un psicólogo. Un

trauma como ése… tiene que darle tiempo. Ahora mismo es extremadamente frágil y recordar eventos traumáticos podría provocar un ataque de nervios o algo peor.
-Pedro: Dios mío…
El médico apretó su hombro.
-Doctor: Es bueno que haya recuperado la memoria, aunque ahora lo esté pasando mal.
Pedro no estaba tan seguro. De hecho, sabía que no iba a ser así. Al recuperar la memoria, Pau sabría que la había echado de su casa… básicamente poniéndola en manos de sus secuestradores. Y recordaría también lo cruel que había sido con ella. Y también recordaría su propio papel en todo aquel lío.

Nervioso, se pasó una mano por el pelo. Una parte de él deseaba que no hubiese recuperado la memoria. Habían empezado otra vez, sin engaños ni traiciones…

Pero Pau no había parecido avergonzada por lo que hizo. No, parecía rota de dolor, un dolor tan profundo como el sonido de su llanto, que era como un cuchillo en el corazón para él. Pedro tragó saliva, inquieto. No podía dejar de pensar que había cosas enterradas en la memoria de Pau que a él no iban a gustarle nada.

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Pau apenas se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor. Oía la voz de Pedro, que parecía preocupado, pero no quería saber nada de él y apretó los ojos para no salir de aquella especie de sueño reparador.

Cuando despertó de nuevo reconoció la habitación del ático y la angustia y el dolor la dejaron sin aliento.

Pero ni siquiera Pedro podía ser tan cruel. Ni siquiera él la llevaría de vuelta al sitio que habían compartido y del que la había echado. Alargó una

mano para secar sus lágrimas, pero curiosamente no estaba llorando. Y sentía una extraña distancia, un vacío, unido al deseo de marcharse de allí.

Enseguida vio a Pedro dormido en un sillón, al lado de la ventana. Estaba inclinado hacia un lado, con la ropa arrugada y sombra de barba.

Esperó sentir una ola de rabia, de odio contra él. Pero no sentía nada más que el deseo de escapar.

De modo que se levantó de la cama sin hacer ruido. Se le ocurrió que podría cambiarse, pero no quería despertar a Pedro. No, tenía que irse de allí. No podía mirarlo a los ojos sabiendo que la había acusado de cosas tan horribles para dejarla luego a merced de unos secuestradores.

Después de dejar el anillo de compromiso sobre la mesilla salió de la habitación sin hacer ruido. Descalza, pulsó el botón del ascensor… y recordó entonces la noche que Pedro la había echado de allí, cuando el mundo se había derrumbado a su alrededor. ¿Cómo podía haberla acusado de tales cosas?

Cuando llegó abajo se dio cuenta de que su gente de seguridad estaría en la puerta y, aunque no podrían evitar que se fuera, con toda certeza llamarían a Pedro para avisarlo. De modo que salió por la puerta de atrás. Desafortunadamente, otro de los guardaespaldas estaba allí, apoyado en un coche. Pau buscó la salida de servicio, entre la lavandería y la sala de mantenimiento del edificio. Y, desde allí, salió a la calle.

Cada vez falta menos, no pude subir antes perdon, comenten mucho y mañana les subo otro @patty_lovepyp  :)